Entrevista en exclusiva
Para muchos un ídolo para otros un villano.

Entrevistador (E): Hoy estamos con Kenai "el mono" Torres Gonçalves, activista político, empresario y figura rodeada de polémica. Gracias por estar con nosotros, Kenai.
Kenai (K): El placer es mío. No suelo hablar con medios, pero bueno, me gusta que se escuche mi versión... no solo la de los burócratas.
E: Empecemos por el principio. Naciste en Brasil, ¿cómo fue tu infancia?
K: Nací en el fango, literalmente. En una favela en São Paulo. Mis padres biológicos me dieron en adopción cuando era muy pequeño, y terminé en Tenerife, en Canarias. Mis padres adoptivos... digamos que no eran el ejemplo de estabilidad. Consumían bastante cocaína. De hecho, fui yo quien empezó a suministrársela.
E: ¿A qué edad comenzaste a traficar?
K: A los doce. En Chimisay. Era eso o morirme de hambre. La calle te enseña rápido. Pero no todo era droga... También ayudaba a mi abuelo en su finca de mangos en El Tanque. Ahí descubrí mi pasión por esa fruta. Mira qué ironía, ¿no?
E: Y de Canarias pasaste a África...
K: Exacto. En 2020 me fui a la República Centroafricana buscando trabajo agrícola. Pero allá me topé con un pueblo oprimido por un régimen podrido. Vi una oportunidad de cambio. Me uní a un grupo insurgente, organizamos un golpe de Estado.
E: ¿Y después?
K: El gobierno original volvió al poder y nos tacharon de criminales. Tuve que huir. Mis ideas no mueren, pero uno sabe cuándo es hora de desaparecer. México me abrió las puertas.
E: ¿Y ahí montaste tu empresa de mangos?
K: Mango Mono S.A., sí. Hoy tenemos más de 600 empleados. Exportamos a todo el mundo. Empecé con el apoyo de viejos contactos del narco... los mismos con los que me movía de niño. El capitalismo tiene sus usos, aunque lo deteste.
E: Se ha dicho que desarrollaste una obsesión con los mangos.
K: Lo admito. Me los comía como si fueran aire. Llegué a un punto crítico de salud. El médico me puso un límite: solo domingos. Y cebolla cruda el resto de la semana para balancear. Una penitencia frutal.
E: ¿Y tu ideología? Muchos te catalogan como extremista de ultraizquierda.
K: El sistema me hizo así. No creo en fronteras ni en gobiernos que se lucran mientras la gente muere de hambre. Soy anticapitalista, antiautoritario, y radicalmente ecológico. El planeta grita, pero nadie escucha. Yo sí.
E: Has tenido choques fuertes con figuras como el diputado español Javier Pérez López.
K: Ese señor es un fascista disfrazado de demócrata. Me enfrenté a él porque representa todo lo que está podrido en Europa. Incluso fui al Parlamento disfrazado de mango. ¿Fue teatral? Sí. Pero el mensaje quedó claro.
E: En 2022 lanzaste un curso online sobre mangos... ¿qué pasó con eso?
K: "Mango y revolución". Un curso práctico, sí, pero con contenido ideológico. La gente necesita despertar. Algunos medios lo llamaron "propaganda comunista". ¿Y qué? Si aprender a cultivar mangos los hace cuestionar al sistema, entonces sí, era propaganda.
E: ¿Cómo te ves a ti mismo?
K: Como un fruto raro en medio de una selva enferma. No soy un héroe ni un villano. Soy consecuencia.
E: ¿Temes volver a ser perseguido por la justicia internacional?
K: Que vengan. Aquí estaré. Con un mango en la mano y la otra en la tierra.